Rompo el juramento.
Quiebro la palabra dada de mantener la distancia entre nosotros.
Ha bastado escuchar tu nombre entre otros nombres
y la añoranza te ha resucitado.
Rompo nuestro pacto,
y no me resisto a escribirte.
Al conjuro de las siete letras de tu nombre
brotaron violetas en el jardín y los mirlos cantan en mi ventana,
tu presencia ha impregnado hasta el último rincón de la casa.
He vuelto a verte en cada esquina, en cada peldaño de la escalera,
en los espejos, recostado en mi cama, sonriendo,
al tiempo que escribías en mi cuerpo versos enamorados.
Tus besos en mi boca grabados se escapan junto a suspiros
de promesas rotas e incumplidas.
Emparedé nuestras vivencias,
cavé un pozo profundo para ahogar tu voz y tu risa.
Y enterré tu imagen junto a mi corazón.
Hasta esta tarde fría de enero
en la que tu nombre entre otros anticipó la primavera.
Resistí hasta hoy
y seguiré haciéndolo porque nunca leerás esta carta.
La transformo en pócima para sanarme
y aliviar este mal que me aqueja: tu ausencia.
Levantaré un nuevo muro y amordazaré mi alma.
Maldiciendo al destino que me convirtió en… la otra.
.
A pesar de que mi nombre sólo tienes seis letras, tus versos llegan con ese carga sentimental que les imprimes. Estupendo tu poema. Que tengas una feliz tarde.
Manuel Angel
Me gustaMe gusta
Pues que al conjuro de tu nombre crezca una amistad. Gracias por tu lectura y tus palabras. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Esa sí es una respuesta maravillosa. Gracias
Me gustaMe gusta
me quedo sin palabras
Me gustaMe gusta
Gracias, Juan Miguel por tu comentario. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona